Internet es una selva espesa. Las copas de los árboles crean una densa cubierta que apenas permite que la luz llegue hasta el suelo. A vista de pájaro apenas se ven seres vivos, solo un extenso panorama de hojas de árboles. Pero, unas pocas criaturas, afortunadas, han podido trepar a las copas de los árboles.
Todos los días unos drones sobrevuelan la selva. Descubren donde hay bichos encaramados a la copa y emiten los informes.
Cuando los turistas alquilan un viaje para encontrar esta o aquella criatura, los pilotos comprueban coordenadas y realizan un rápido trayecto que cumple los deseos de los pasajeros. Estos, satisfechos, además de lanzar comida a las criaturas, vuelven a contratar los servicios del helicóptero cada vez que desean encontrar una criatura en la selva de internet.
Los turistas repetían porque encontraban lo que buscaban.
Pero los animales no son tontos, tienen ojos grandes y se fijan mucho. Saben que los grupos que tienen más visitas son los mejor alimentados y eso despierta el ingenio. Crearon grandes plataformas, que parecían copas de árboles, donde se juntaban unos pocos de cada especie para hacer mucho bulto; se disfrazaban de otras especies, pintaban en el suelo las figuras de especies muy buscadas, imitaban los movimentos de otros, colocaron espejos para ser vistos varias veces… Al fin y al cabo, los drones informaban, no evaluaban.
La empresa de viajes turísticos sabía que si los visitantes no veían lo que querían, empezarían a dejar de usar sus servicios. Necesitaban una solución. Tenía que ser algo que actuara desde dentro. Adiestraron a un grupo de pandas para cumplir una misión: Buscar plataformas y destruirlas, sobre todo las más viejas, las menos utilizadas y las que estaban muy mal hechas.
Por si no era suficiente, también convocaron a los pingüinos, la labor de estos no era sencilla; tendrían que buscar los amontonamientos artificiales de bichos, los espejos duplicadores, los disfraces, los imitadores…
El trabajo no era sencillo y la combinación de esfuerzos estaba dando sus frutos. Los turistas estaban cada vez más contentos con los animales que veían. Y cada vez había más turistas, y estos empezaron a tener peticiones más sofisticadas.
Ya no solo querían ver, querían ver lo que deseaban ver.
Y la compañía de viajes turísticos adiestró a un nuevo animal, el colibrí. Este se encargaría de relacionar las peticiones de los visitantes con las agrupaciones de animalillos. Era la manera de que el turista experimentara el mejor recorrido por la selva que se le podía ofrecer.
Y así, pequeños míos, es como funcionan los algoritmos de Google.
La fotografía del encabezamiento es de Sergi Reboredo.