Hace años, bastantes, trabajé en la construcción. En un momento de crítica al jefe un compañero me preguntó: «¿y tú qué le das?». No comprendí la pregunta hasta un tiempo después. No salir corriendo a la hora, dejar el trabajo del día siguiente preparado, jarrar a ratos ese hueco de ascensor que nadie quiere… son detalles que mejoran tu imagen.
También es cierto que si este esfuerzo no tiene recompensa, la motivación desaparece. Hay gente que agradece los detalles y hay quien cree merecerlos.
Estos dos tipos de personas también existen en el mundo social. Con la ventaja de que no apuntas exclusivamente a un objetivo/persona.
Habrá quien se aproveche de ti. Aprenderá, aprehenderá y, además, cuando no tenga su ración, te la exigirá.
Pero habrá un pequeño porcentaje (un 20% dicen) que considerará tus consejos, compartirá sus experiencias contigo y, que te tendrá en cuenta a la hora de «hacer negocios» (el hecho de que unos cuantos personajes hayan enturbiado el significado no le quita valor al concepto).
Porque el buen paño, ya no se vende en el arca. Hay que enseñarlo. Y si no ponemos en el escaparate lo que sabemos (o creemos que sabemos) hacer, nadie vendrá a comprarnos.
Si haces bien lo que haces, no lo ocultes.
¡Ojo! Cuando digo mostrar, digo mostrar. Deja la metafísica para los gurús y los «smoke sellers». No pasa nada por colgar un video enseñando como se cose un traje de lagarterana.
Y no pasa nada por dos motivos:
- Tu experiencia garantiza que a ti te va a quedar mejor.
- La complejidad de la elaboración demostrará que es preferible hacerte a ti el encargo.
Sé que es difícil de interiorizar. ¿Porqué enseñar como hago lo que me permite ganarme la vida? Este prejuicio se suele ver, sobre todo, en oficios creativos: pintura, escritura… El miedo a perder su creación les impide mostrar su obra. Piensan que lo podrá ver cualquiera.
Pues precisamente por eso tienes que mostrar. Para que quien necesite tu trabajo pueda ver que lo haces bien, antes de contar contigo.
Llámalo regalo, prueba de valor, contenido relevante, altruismo, generosidad o como quieras, pero, si no abres la persiana, no te servirá de nada tener el mejor producto del mundo.